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el atentado m�s caprichoso e inhumano que darse puede, cual fue dar
muerte a Pol�crates el Samio, de quien, ni de obra ni de palabra hab�a
recibido nunca el menor disgusto, y lo que es m�s, no habi�ndole visto
ni hablado en los d�as de su Vida. Por la que mira al motivo que tuvo
Oretes para desear prender y perder a Pol�crates, pretenden algunos que
naciese de lo que voy a referir. Estaba Oretes en cierta ocasión sentado
en una sala de palacio en compa��a de otro se�or tambi�n Persa, lla-
mado Mitrobates, entonces gobernador de la provincia de Dascilio68, y
de palabra en palabra, como suele, vino la conversación a degenerar en
pendencia. Alterc�base en ella con calor acerca de qui�n ten�a mayor
valor y m�ritos personales, y Mitrobates empezó a insultar a Oretes en
sus barbas, diciendo: -�T�, hombre, te atreves a hablar de valor y ser-
vicios personales, no habiendo sido capaz de conquistar� la corona y
unir a tu satrap�a la isla de Samos, que tienes tan cercana, y es de suyo
tan f�cil de sujetar que un particular de ella con solos quince infantes
se alzó con su dominio en que se mantiene hasta el d�a?� Pretenden
algunos, como dije, que vivamente penetrado Oretes en su corazón de
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Se ignora si Herodoto imitó a Sófocles en este pasaje, o si el �ltimo en su
Ant�gona imitó al historiador. En Luciano se lee una m�xima semejante, en que
un Escita saca del incendio a un amigo con preferencia a su mujer y a sus hijos.
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Era esta la tercera satrap�a, situada en la Bitinia, en las costas del Helespon-
to.
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Los nueve libros de la historia donde los libros son gratis
este insulto, no tanto desease vengarlo en la persona del que se lo dijo,
cuanto borrarlo con la ruina de Pol�crates, ocasión inocente de aquella
afrenta.
CXXI. No faltan otros con todo, aunque m�s pocos, que lo refieren
de otro modo. Dicen que Oretes envió a Samos un diputado para pedir
no s� qu� cosa, que no expresan los narradores, a Pol�crates, que echa-
do sobre unos cojines en su gabinete estaba casualmente entreteni�ndo-
se con Anacreonte de Teos69. Entra en esto el diputado de Oretes y
empieza a dar su embajada. Pol�crates entretanto, ora a propósito qui-
siera dar a entender cu�n poco contaba con Oretes, ora sucediese por
descuido y falta de reflexión, vuelto como estaba el rostro a la pared, ni
lo volvió para mirar al enviado, ni le respondió palabra.
CXXII. De estos dos motivos que suelen darse acerca de la muerte
de Pol�crates, adopte cada cual el que m�s le acomode, nada me im-
porta. En cuanto a Oretes, como viviese de asiento en Mignesia, ciudad
fundada en las orillas del r�o Menandro, y estuviese bien informado del
esp�ritu ambicioso de Pol�crates, envióle a Samos por embajador a
Mirso, hijo de Giges y natural de Lydia. Sab�a Oretes que Pol�crates
hab�a formado el proyecto de alzarse con el imperio del mar, habiendo
sido en este designio el primero de los Griegos, al menos de los que
tengo noticia. Verdad es que no quiero en esto comprender ni al Gno-
sio Minos, ni a otro alguno anterior, si lo hubo que en los tiempos fa-
bulosos hubiese tenido el dominio de los mares70; sólo afirmo que en la
era humana, que as� llaman a los �ltimos tiempos ya conocidos, fue
Pol�crates el primer Griego que se lisonjeó con la esperanza de sujetar
a su mando la Jonia e islas adyacentes. Conociendo, pues, Oretes el
flaco de Pol�crates, le env�a una embajada concebida en estos t�rminos:
�Oretes dice a Pol�erates: Estoy informado de que meditas grandes
empresas, pero que tus medios no alcanzan a tus proyectos. Si quieres,
pues, ahora seguir mi consejo, te aseguro que con ello conseguir�s
provecho, y me salvar�s la vida; pues el rey Cambises, seg�n s� cier-
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Viv�a Anacreonte en los reinados de Cyro, Cambises y Dar�o.
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Herodoto de Halicarnaso donde los libros son gratis
tamente, anda al presente maquin�ndome la muerte. En suma, quiero
de ti que vengas por m� y por mis tesoros, de los que tomar�s cuanto
gustares, dejando el resto para m�. Ten por seguro que por falta de
dinero no dejar�s de conquistar la Grecia entera. Y si acerca de los
tesoros no quisieres fiarte de mi palabra, env�ame el sujeto que tuvieres
de mayor satisfacción, a quien me ofrezco a mostr�rselos.
CXXIII. Oyó Pol�crates con mucho gusto tal embajada, y determi-
nó complacer a Orales. Sediento el hombre de dinero, envió ante todo
para verlo a su secretario, que era Menandrio, hijo de Menandrio, el
mismo que no mucho despu�s consagró en el Hereo71 los adornos
todos muy ricos y vistosos que hab�a tenido Pol�crates en su mismo
aposento. Sabiendo Oretes que aquel explorador era un personaje de
respeto, toma ocho cofres y manda embutirlos de piedras hasta arriba,
dejando sólo por llenar una peque�a parte la m�s vecina a los labios de
aquellos, y despu�s cubre de oro toda aquella superficie; ata muy bien
sus cofres, y los deja patentes a la vista. Llegó poco, despu�s Menan-
drio, vio las arcas de oro, y dio cuenta luego a Pol�crates.
CXXIV. Informado este del oro, a pesar de sus privados que se lo
aconsejaban, y a pesar asimismo de sus adivinos que le auguraban [ Pobierz całość w formacie PDF ]

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